La costumbre de punzar el dedo índice de la mano izquierda hasta romper la piel y dejar caer cuatro gotas en el café lo convertía en el momento más íntimo de toda su vida.
Sólo una vez preparó un desayuno para dos. Sólo una vez lo vieron (completamente) desnudo.
Nunca volvió a llamarle y siguió sangrando cada mañana.
Sólo
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