Muchas cosas me quedaron pendientes en un año del que no me apetece escribir, no aún. Pero hay algunas que me había propuesto como una pequeña despedida, como un adiós, como una claro "que te den" a una ciudad que no me dio mucho (o aún no lo veo así) y me quitó tanto.
piedra,
como tú. Como tú,
piedra pequeña;
como tú,
piedra ligera;
como tú,
canto que ruedas
por las calzadas
y por las veredas;
como tú,
guijarro humilde de las carreteras;
como tú,
que en días de tormenta
te hundes
en el cieno de la tierra
y luego
centelleas
bajo los cascos
y bajo las ruedas;
como tú, que no has servido
para ser ni piedra
de una lonja,
ni piedra de una audiencia,
ni piedra de un palacio,
ni piedra de una iglesia;
como tú,
piedra aventurera;
como tú,
que tal vez estás hecha
sólo para una honda,
piedra pequeña
y
ligera...
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:
Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Cien veces, también, habré imaginado las puertas cerrándose mientras gritase "mi única patria, la mar".
Ya no sucederá.
Tampoco me atreví nunca a acercarme, en un vagón cualquiera, de cercanías, entre Vicálvaro y quizás Atocha, a la altura de pongamos que Vallecas y decirle aquello de "Cuanto tiempo, te acuerdas de mi", sólo por ver que ocurría, por ver si conseguía hacerla sonreir...
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