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La inexorable certeza de que al otro de la valla debe haber algo

sábado, 19 de mayo de 2012

Cinematógrafo


Poco a poco la gente fue marchándose.

Se hacia tarde, era un día entre semana, y todo el mundo tenía cosas que hacer al día siguiente, o eso aseguraban al despedirse.

Decidieron recoger al día siguiente. No quedaba rastro alguno del sol, pero sólo apetecía disfrutar aquellas horas de tregua recostados en los sillones.

Las conversaciones intrascendentes, comunes, gastadas o no, discurrieron hasta llenar el salón.

Llegó El silencio, Uno de esos silencios que muestran si estás con una persona que vale la pena.

"No creo que hayamos llegado a tanto aún, pero no te preocupes acabamos de conocernos"

Aquel diálogo cinematográfico surcó, inevitablemente el aire de la habitación.

Se miraron a los ojos, aún callados, como para confirmarlo.

Quizás aquello lo desencadenó todo, quizás fuese inevitable, quizás...

Se incorporó un poco en el sillón, como acomodándose y lo giró unos 70 grados, orientándolo directamente a la pared blanca, contra la ventana, contra la calle, contra el resto del mundo.

Mientras su compañero se acomodaba en el sillón, se levantó para entornar las contras de las ventanas y apartar un poco la mesa camilla, liberando el espacio.

Sólo el ligero ruido de las contras de madera al chocar contra la ventana y el de la mesa camilla al moverse rasgaron aquel silencio.

Salió hacia la cocina a buscar lo que falta para poder empezar.

Mientras él recogía lo necesario en la otra habitación, terminó de encontrar la postura y la distancia adecuada respecto a la pared.

Una vez comenzase no debía haber interrupciones.

Llegó a la sala y cruzaron una última mirada.

Confirmaron los tiempos.

Con el cuchillo en la mano colocó el segundo sillón a una distancia un poco mayor que el de su compañero.

Quieto, inmóvil, tan atento como ausente.

Se acomodó y suspiró, hondamente pero sin hacer ruido.

Tomó el cuchillo, y realizó una sola incisión. Una sola dirección; estable, intensa, directa, fija, eficaz, limpia.

Retiró suavemente la carne, parpadeó y se escuchó el ruido de un pequeño motor, de una bobina arrancando suavemente.

Un parpadeo luminoso cubrió la sala y un circuito de imágenes se enfocó en la pared blanca.

Ambos seguían mirando fijamente la pared, en el silencio que poblaba la habitación.

Las imágenes empezaron a bailar sobre la pared, secuenciadas, en movimiento perpetuo e imparable.

Discurrieron imágenes, distintas e idénticas bandas sonoras se escucharon en el silencio, se contaron historias.

Historias conocidas, antiguas, inéditas, nuevas y viejas.

Mezcladas de un modo imposible que sólo pudieron comprender ellos.

Cuando las imágenes hubieron terminado, y la música dejó de sonar, el silencio volvió a quedarse sólo.Volvió a cubrirse y ambos se levantaron al unísono para colocar la mesa camilla y los sillones en su sitio.

Todavía siguieron un rato mirando a través de la ventana antes de despedirse hasta el día siguiente. Quizás, recordando algunas de las imágenes que había compartido.

En silencio.

A Miki Aguilar.

Por abrirse paso entre las brechas de "es amigo de..." "es colega de..." hasta la primera linea del frente (cada día).

Uno de esos muchachos que uno querría tener al lado (siempre) y no sólo para que compongan la banda sonora de tu vida.

2 comentarios:

  1. http://www.youtube.com/watch?v=sLhyvJOxET4 para quien pueda necesitar una (parte de la) explicación; el resto es cosa vuestra.

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  2. Y aprovecho: sigan a @ididntseethecar visiten proximamente su myspace: esa gente va a hacer trizas la música, y después querrían haber estado allí.

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