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La inexorable certeza de que al otro de la valla debe haber algo

lunes, 13 de febrero de 2012

Un año después


La fortuna, esa meretriz, que a veces se disfraza de aniversario, así lo ha querido. Hoy hace un año, exacto, de la última vez que mi ego y mi escaso sentido del ridículo me llevaron a escribir por última vez, en público.

La idea, antes de descubrir la feliz coincidencia, era la de escribir una nueva entrada, intentar encontrar en este espacio un punto de fuga irregular y discontinuo (un año después sigo dudando que los haya de otro tipo).

La idea era intentar tomar parte en un nuevo "cuento" (las normas ortográficas del castellano, que tan alegremente suelo destrozar, no me permiten entrecomillarlo más veces)

No me apetece darle la razón a la casualidad, no señor, no me da la gana, así que señor lector, si es que de verdad existe usted, siento comunicarle que ha sido usted víctima del más rastrero cebo, aquel que dice: "Próximamente: El gran e ilustre vidente africano; un relato de urbanidad"


Instrucciones:

1 Si, acaso el título o el tedio, ambos o ninguno, han generado en usted alguna forma de interés, incluido el macabro por supuesto, se le agradecerá que tenga a bien comparecer próximamente (quizás dentro de otro año) en este mismo lugar y no necesariamente a esta misma hora para saber más.

2 Si muy al contrario, y habiendo sido suficiente vuestra paciencia para llegar a este punto con, al menos, algo de interés, pero no os resta el suficiente ni para seguir atentos al "timeline" de quien escribe, no me queda más que pediros un último favor: véase 4.

3 Considérenlo una disculpa por las molestias y el tedio ocasionados:


4Tened a bien imaginar que el final de este espacio es, en realidad, una servilleta, la servilleta de un bar cualquiera; incluso la de un bar de provincias.

Imaginen que hace las veces de un marca páginas, del marca páginas de este mismo libro...
















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